lunes, 12 de octubre de 2009
The Traveller, Número 3, Vol. I Noviembre 1976
La desaparecida revista The Traveller (Ed. Junk; Minneapolis, E.E.U.U.) tuvo tres tiradas mensuales de 500 copias cada una empezando en septiembre de 1976 y publicando su último número en noviembre de ese mismo año, 2 semanas después de que su director, Chester Lane desapareciera sin dejar rastro.
Éste polémico tercer número dicen que se consiguió borrar para siempre de la historia, retirado de los kioscos y arrebatado de la editorial asaltada en lo que se llamaría la primera "Republican Riot" a los 3 días de su fecha de salida.
Se supone que Joe Strummer y Gillian McCain entre unos pocos más aun conservan una copia de ese tomo maldito.
Esta es su historia.
Aunque algunos medios la catalogan de fanzine, comparándola con el transgresor J.D.'s del pornógrafo punk Bruce LaBruce, The Traveller no se parecía a estos ni en forma ni en fondo.
Los fanzines o "zines" que circulaban por la época eran fotocopias en blanco y negro en formato DIN A4, plegados por la mitad y grapados a mano.
El contenido eran manuscritos, dibujos y fotos generalmente de pésima calidad destinados a un público sin poder adquisitivo, vendidos a un precio simbólico o regalados a amigos y grupos minoritarios que se veían reforzados y reafirmados como movimiento, entre otras cosas, gracias a la exclusividad y marginalidad de los panfletos y la radicalidad de sus contenidos.
La revista, por el contrario, adoptó una forma absolutamente opuesta a aquella con la que comulgaban estos.
El primer número reproducía (o parodiaba, según se mire) la portada del primer National Geographic Magazine sustituyendo el título pero respetando la tipografía.
Esta fue la tónica general durante la breve vida de The Traveller que emularía en el segundo número el formato de Reader's Digest (lo que hizo que por primera vez los conservadores supieran de la existencia de la revista y empezaran sus recelos) para volver en su tercer número a la maquetación estilo National Geographic pero en tamaño de bolsillo y peor calidad debido, el tamaño, a las dificultades económicas que tuvieron para su lanzamiento y lo último a la naturaleza del material impreso.
Pero la mayor diferencia entre los fanzines de la época y The Traveller iba mucho más allá de las apariencias.
Mientras que estos se conformaban con el escándalo, que rara vez traspasaba los límites de las minorías a las que iba dirigido para llegar, en el mejor (o peor) de los casos a los padres de los adolescentes que los coleccionaban, los creadores de The Traveller querían trascender a sus colegas contemporáneos. Querían, subrepticiamente, convertir el punk en mainstream, introduciéndolo en la cotidianeidad de la sociedad sin que esta lo buscara.
Según Malcolm Mc Laren, en una ocasión Chester Lane le pidió a éste una foto de Syd Vicious inyectándose heroina para ponerla en la parte de atrás de todas las cajas de cereales Cap'n Crunch de Minneapolis que su padre, dueño de imprentas y etiquetadoras se encargaba de producir.
Una carta enviada a Nico al poco de que su hijo entrara en coma por sobredosis le suplicaba una copia de la grabación que esta había hecho del pitido de la máquina que le mantenía con vida.
Nunca dejó claras qué intenciones tenía con la copia.
Tampoco sabemos cual fue la respuesta de Nico o tan siquiera si le respondió.
Éste carácter subversivo de Lane que transmitió a su revista es la causa de que Legs McNeil llegara a decir que "ni Lane ni The Traveller eran verdaderos punks porque sus objetivos eran demasiado concretos, demasiado sofisticados".
Para conocer a Lane hay que conocer su vida y su entorno.
Chester Lane nació en Minneapolis, Minnesota en el seno de una familia rica que llevaba generaciones dedicándose a la industria. Años atrás era sólo madera pero el padre de Chester, un hombre culto y de inquietudes humanistas decidió abrir mercado en la imprenta, principalmente de envases y etiquetas pero compatibilizado, con más pérdidas que beneficios, con la impresión de algunos periódicos locales y encargos de editoriales arriesgadas que traducían libros extranjeros difíciles de encontrar.
A Chester le enviaron a estudiar a Europa un total de 6 años, pasó 2 veranos en Asia y un trimestre en Oriente Medio. A mitad de ese trimestre, con 17 años, salió de la residencia en la que vivía cargando con una mochila y llegó a Londres un mes más tarde. Sus padres nunca supieron qué pasó en ese tiempo y el psicólogo al que le enviaron poco pudo sacar de Chester más allá de varias referencias musicales y alguna conversación sobre William Burroughs.
Sin duda alguna Alemania e Inglaterra le influyeron más que ningún otro lugar de los que había visitado.
A los 23 años Chester había acabado la carrera de periodismo con muy buenas notas y poca asistencia, había empezado 3 fanzines (Loco, Puke y Anarchrist) y los había cerrado decepcionado con la escasa capacidad intelectual de sus lectores. Vivía la mayor parte del tiempo en Nueva York en sofás de amigos o en la calle cuando tenía menos suerte y conocía a todos los músicos relevantes e irrelevantes de la escena de finales de los 60 a mediados de los 70.
Ninguno sabía quién era Chester realmente.
Algunos imaginaban que era un chico rico que se había fugado de casa de sus padres para vivir como un mendigo en Nueva York, otros creían que era un chapero o un groupie homosexual que perseguía a estrellas del rock. Para otros era un genio a punto de estallar.
Andy Warhol nunca le mencionó en público.
Lionel Frame era su mejor amigo y, según algunos, su amante que le seguía a Nueva York, Minneapolis o donde quiera que él fuera.
Su padre siempre le apoyó dándole dinero ilimitado para sus gastos, dejándole vivir en una guesthouse en el jardín de su mansión cuando paraba por Minneapolis y mostrando un interés nulo por su vida o sus intereses. Chester decía que entrar en la casa de sus padres era cómo entrar en un casa de fantasmas o ser un fantasma que entra en una casa de fantasmas que no se dan cuenta de que lo son.
A los 24 años Chester y su amigo Lionel decidieron volver a Minneapolis, pedirle dinero a su padre y empezar The Traveller, una idea que según Chester le dijo a Lionel "será tan potente que nos devorará a nosotros mismos, fagocitándonos y convirtiéndonos en las primeras víctimas de su poder entrópico."
Un mes más tarde abrían una pequeña oficina en un barrio negro de la ciudad. Los 3 primeros meses estuvieron a punto de morir 4 veces; dos por robos, una por una paliza y una por atropello hasta que los negros se acostumbraron a ver a los chicos, les tomaron por locos y les dejaron en paz. Cuando les preguntaban porqué no se iban de ese suburbio se apresuraban a decir que en cuanto la revista se publicara estarían más seguros allí.
El primer número salió y se gastaron el dinero que el padre de Chester les había dado para los tres primeros. La calidad de la impresión era exacta a la del National Geographic así que no pudieron hacerla en la imprenta familiar, llegaron a anunciar el lanzamiento en algunas radios locales y en una pagina perdida del America's Daily hablaron de los chicos y su proyecto cultural.
Ellos hablaban de genocidio intelectual pero eso, obviamente no lo publicaron en el periódico.
Chuck Klosterman dice que el artículo de Chester sobre la Velvet Underground que aperece en ese número fue lo que le decidió a hacerse crítico de rock.
El artículo que defendía la supremacía de la raza gitana, tanto la de Europa del Este cómo la de la línea andaluza, sobre el resto de las especies humanas era incendiario y subversivo.
Decían que los blancos solo merecían la pena porque regurgitaban sobre su propio vomito cultural y estaban condenados a autodestruirse en su insignificancia y falta de caracter propio mientras que los negros se habían dejado robar el rock and roll sin oponer la más mínima resistencia y habían acabado encerrados en sus clubs de jazz aburrido y complaciente para gusto de "the man" (el patrón).
La página en la que aparecía una foto trucada del Mount Rushmore utilizado de cantera apareció en todos los medios locales y en alguno nacional.
Aún así, la revista aguanto hasta la siguiente publicación.
Todos los artículos los firmaban Lane y Frame.
El segundo número era un tomo de bolsillo de 70 páginas en las que aparecían fotos de archivo y algunas propias rodeadas de párrafos desordenados maquetadas como si fueran artículos pero sin una sola palabra inteligible.
Eran todos anagramas de insultos y profanaciones.
Pocos se dieron cuenta.
En la última página se hacía un anuncio de lo que vendría en el siguiente.
Una foto de la casa de los padres de Chester con un subtítulo en rótulos grandes y rojos:
IN BOLD CLOOD.
El padre de Chester había invitado a un sobrino que estudiaba una ingeniería a pasar unos días en su mansión para que pudiera tener tiempo y espacio para él y estudiar o relajarse para estar preparado para los exámenes que le esperaban.
Le pidió a su hijo que le dejara la guesthouse a su primo y que él volviera a casa por unos días o que los pasara fuera con uno de sus amigos.
Chester le complació "con gusto", dijo y se ofreció a quedarse en casa y que no se preocupara por Edward, ese era el nombre de su primo, que él se encargaría personalmente de que se encontrara cómodo y de que nadie le molestara.
Así se planeó el tercer número de la revista.
La mañana del 12 de octubre de 1976 Edward LaBelle Lane, 19 años, llegó a la residencia de los Lane, almorzó con la familia y se le acomodó en la casa de invitados.
Esa noche cenaron todos juntos, incluidos Chester y su amigo Lionel, que fue invitado por el padre para que Edward se encontrara con gente joven y al día siguiente le llevaron a ver a sus abuelos que vivían en una casa tranquila en los lagos del norte.
Por la noche del segundo día Lionel y Chester se metieron en la casa de invitados de Edward con la excusa de acompañarle y tomar una última copa antes de que se recluyera a estudiar.
Entraron con 10 gramos de marihuana, 30 anfetaminas, heroína y 5 botellas de alcohol que bajaron del coche de Lionel. Las botellas fueron lo único que vio LaBelle.
Edward dudaba de la brevedad del encuentro pero nunca imaginó que sería tan largo.
Al cabo de unos tragos de una copa en la que habían echado tranquilizantes, Edward cayó dormido.
Cuando se despertó estaba atado y ya había sido sodomizado por su primo y Lionel lo había fotografiado todo con una Polaroid y una Nikon.
Edward no notaría probablemente la diadema con orejas de conejo que le habían puesto para exagerar la humillación.
Si vio la máscara negra con unos ojos blancos enormes que cubrían toda la cabeza de su primo.
Sin quitarse ni quitarle del todo la ropa, Chester manoseo y violó a su primo durante horas mientras fingía hacerle caricias y muestras de cariño de lo más esperpénticas, sonriendo a cámara con la máscara medio puesta, medio quitada. Colocándole la cara a Edward, jugueteando con su sexo entre los mofletes de su culo, introduciéndole un pene de plástico y sacándolo despacio, foto a foto.
Jugaron con él durante toda la noche, Chester ejecutando y Lionel solo tomando fotos.
Lo dejaron atado y amordazado frente a una ventana que daba al jardín con un metacrilato opaco para que solo se vieran siluetas o manchas difuminadas desde dentro y desde fuera y se fueron a dormir cada uno a su casa.
A la mañana siguiente Chester se despertó y dio orden al servicio de que él y solo él podía ir a la casa de invitados, pidió un desayuno para dos, llamó a Lionel para que fuera para allí y fue a continuar con el calvario de su primo.
Cuando se acercó a la casa oyó unos golpes que llegaban de la ventana de su habitación, en el segundo piso.
En la entrada estaba el jardinero, un irlandés que testificó lo siguiente:
"... que en su momento de descanso estaba fumando un cigarro mientras miraba a la ventana de la que venía un ruido, unos golpecitos. Al ver llegar a Lane con la bandeja del desayuno le saludó con la cabeza, apagó su cigarro y volvió al trabajo"
(sacado de la declaración de Robert McLaughling, 1977)
Chester y Lionel pasaron dos días cebándose con el muchacho. Entre sesión y sesión Lionel se iba a la oficina a revelar las fotos, maquetar las páginas, añadir los textos, siempre escuetos y organizar las tareas de impresión.
Esto ocurría, supuestamente, cuando la imprenta estaba cerrada con la colaboración de ex empleados de la Familia Lane que nunca se llegaron a identificar y que nadie sabe cómo fueron localizados por los chicos y, sobre todo, cómo estos accedieron a realizar el trabajo.
Algunos dijeron que fue el padre quien les ayudó pero esas teorías se acallaron tras el suicidio.
Las fotos mostraban relaciones sexuales pero en ningún caso golpes u otro tipo de violencia física aparte de la sexual. A veces solo eran caricias. A veces era el primo el que sodomizaba a Chester, siempre con la máscara puesta mientras en un margen de la foto se veía una mano que empuñaba una pistola apuntando a la pareja.
Lo más bizarro del caso es que Edward salió de la casa por su propio pie, sin otras heridas que las que habían dejado los chicos en su mente y volvió a casa donde se dice que se encerró en su habitación sin querer hablar con nadie, sin comer, sin parar de llorar.
El padre de Chester tardó en mostrar preocupación por el caso después de que su hermana le llamara y cuando quiso preguntar a su hijo si había ocurrido algo raro los días que había pasado su primo en casa se dio cuenta de que, una vez más, Chester había desaparecido.
Contactó con Lionel que le dijo que no sabía nada de Chester pero que éste le había pedido que acabara el tercer número de la revista por su cuenta pues el iba a estar ocupado.
Le dijo a su padre que sentía mucho no poder ayudarle pero que siendo Chester cómo era probablemente estuviera en Nueva York y le dio unos cuantos contactos para que les preguntara si sabían algo.
Esto le dio tiempo para acabar la revista sin ser molestado. El 28 de octubre la revista se recibió en ocho kioscos de Minneapolis y cien ejemplares fueron enviados a una galería de el Soho de Nueva York llamada La Bouquete.
Según ellos en cuanto recibieron el paquete y vieron su contenido lo tiraron inmediatamente a la basura pensando que era una broma de pésimo gusto de algún chiflado de la zona.
EL número 3 de The Traveller era un reportaje fotográfico de lo ocurrido eso dos días en la guesthouse de los Lane. Un reportaje exhaustivo de la llegada de Edward y los días posteriores.
Se publicaron planos detalle de la vejaciones, fotos que se suecedían unas a otras mostrando una secuencia macabra que en ojos del violador se podría decir que él consideraba romántica.
Además aparecieron unas imágenes no identificadas de lo que parece un vídeo grabado en un salón en el que una chica rubia, de unos veintimuchos, treintaipocos años habla mirando al cielo con las manos en el pecho y baila, baila ballet como si estuviera intentando contagiar de su inocencia a unos interlocutores que desvían su atención de ella ya que vemos en las fotos como la cámara se mueve a un lado para enfocar una cámara de 32mm que hay en el fondo de la sala y que lo mira todo como un cíclope oscuro y rumiante, como si toda la gente que estaba ahí existiera por y para ella y para los que allí la han colocado.
La revista provocó un escándalo sin precedentes. La gente no podía creer que aquello se hubiera publicado y no entendían qué clase de gente se podía haber ofrecido a publicarlo y distribuirlo.
Las autoridades mandaron a retirar todos los números que hubiera en lo kioscos y a interrogar a cualquier persona que lo hubiera comprado.
Buscaron la editorial.
Acabaron encontrando el domicilio fiscal de Junk, la editorial formada por Lane y Frame con el motivo de publicar The Traveller y la gente no esperó.
Se lanzaron a la calle con la intención de invadir la oficina, destruirla, linchar a los responsables si la policía no se interponía.
Llegaron al edificio y en el apartamento no parecía que hubiera nadie. Las fotos originales estaban por la mesa, algunas copias de la revista estaban ahí, unos bocetos previos, máquinas de escribir, bolsas con drogas de varios tipos y varios pares de tijeras.
Botellas de whiskey y cerveza a medio acabar.
El sitio olía de una manera repugnante.
Cuando acabaron de reventar la pequeña oficina ante las miradas de los vecinos, incrédulos ante la barbarie y la saña con la que esas señoras y esos señores asaltaban el lugar, se dieron cuenta de una pequeña puerta que había en la oficina. Después de no pocas embestidas la rompieron.
En el cuarto al que daba estaba Lionel Frame con una jeringuilla colgada de su brazo ya seco, en estado de descomposición no avanzado pero tampoco inmediato.
De Chester Lane ni rastro.
No había una sola persona contra la que dirigir la rabia, el desprecio y el disgusto que les habían provocado.
El asunto no se discutió más.
La prensa no quiso hablar de ello y se respetó al máximo la identidad de Edward que cambió de nombre y desapareció, de la misma manera que lo hizo su primo. Perpetrador y víctima, ambos desaparecidos y por tanto unidos para siempre en la tierra de nadie que es el limbo de los que no están.
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Qué lindo! Es como sacado de una novela de Corín Tellado!
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